Los valores son principios
que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como
personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y
elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro.
También son fuente de satisfacción y plenitud.
Nos proporcionan una pauta
para formular metas y propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros
intereses, sentimientos y convicciones más importantes.
Los valores se refieren a
necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, con una
importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos
injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o
la felicidad.
Los valores valen por sí
mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que
representan, y no por lo que se opine de ellos.
Valores, actitudes y
conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud nos
referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con
nuestras creencias, sentimientos y valores.
Los valores se traducen en
pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es el
comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que
vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus
valores y la manera cómo los vive.
Pero los valores también son
la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas.
Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia
armoniosa...
Investigado por la estudiante:
ESTEFANI GOMÉZ CHACÓN, 10 años
5to grado, sección “C”
U.E. NUEVA ANDALUCÌA
CUMANÀ-EDO SUCRE
VENEZUELA
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EL VALOR DE LA FAMILIA.
El
valor de la familia se basa en la presencia física, mental y espiritual de las
personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia,
haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar
en condiciones de transmitirlos y enseñarlos.
Los
Valores familiares entre los miembros de una familia se establecen relaciones
personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se
basan en el respeto mutuo de las personas.
La
familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el
adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad
familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad
en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida
social.
Es
en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que serán sustento
para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de la persona. Entre otros
destacan los siguientes:
La alegría:
La
alegría es un valor que se siembra primeramente en el seno familiar. Es en el
núcleo familiar donde se procura que los miembros se ayuden unos a otros en sus
necesidades, en la superación de obstáculos y dificultades, así como el
compartir los logros y éxitos de los demás.
En el fondo lo que se
fomenta es dejar el egoísmo a un lado, buscando el bien y compartir con el
otro. Cuando nos centramos en nuestras preocupaciones y no estamos dispuestos a
ayudar a los que nos rodean somos
egoístas. El egoísta no suele ser una
persona alegre. Es en este darse a los demás miembros de la familia donde se
obtiene la alegría.
La
alegría no depende de las circunstancias o de las facilidades que puede
presentar la vida y tampoco consiste en tener cosas. Este valor tiene su
fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la consecuencia de una vida
equilibrada, de una coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos, el tener
una mente y un cuerpo sanos.
La generosidad:
La
generosidad es uno de los valores que se fomentan en la vida familiar.
Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras personas desinteresadamente
y con alegría. Hacer algo por otras personas puede traducirse de diferentes
maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y
atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
Se notará una actitud
generosa en una persona que se esfuerza por hacer la vida agradable a los demás
miembros de la familiar.
El respeto:
El
respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomentan dentro
de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino también a sus opiniones
y sentimientos. Respeto hacia las cosas de los demás miembros, respeto a su
privacidad, respeto a sus decisiones, éstas, por supuesto, adecuadas a la edad
de la persona. Es en la familia donde el niño aprende que tanto él o ella como
sus ideas y sentimientos merecen respeto y son valorados.
La justicia:
La
justicia se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde
a cada miembro de la misma. Recordemos que la justicia consiste en dar a cada
uno lo que les corresponde. Una persona que se esfuerza constantemente por
respetar los derechos de los demás y le da a cada uno lo que debe, tiene la
virtud de la justicia.
La responsabilidad:
La
responsabilidad supone asumir las consecuencias de los propios actos, no solo
ante uno mismo sino ante los demás. Para que una persona pueda ser responsable
tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones, es por ello, de gran
importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y obligaciones muy
claras. Por ejemplo, el niño debe tener claro que es su responsabilidad la
calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el mayor trabajo y empeño
en esta actividad, en beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le
brindan sus padres.
El
desarrollo de la responsabilidad en los hijos es parte del proceso educativo,
esto con vistas a la participación de los hijos en la vida familiar primero, y
a la vida en sociedad después, de una manera responsable y autónoma.
La lealtad:
La
lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros, de
tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos vínculos así como los
valores que representan. La aceptación y el reconocimiento de este vínculo no
se centra hacia el futuro, como una posibilidad, sino que es una realidad
actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es profundo, suele madurar y
fortalecerse a la larga.
Es
en la familia donde surgen y se fortalecen este tipo de vínculos, por ejemplo,
un niño pequeño aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al
procurar hacer todo lo que pueda para cumplir con lo que sus padres le dicen
que es bueno. Se muestra lealtad entre los hermanos al apoyarse, defenderse y
ayudarse ante las dificultades, ante la amenaza de personas o circunstancias
ajenas a la familia.
Conviene
aclarar que ser leal a los papás, por ejemplo, no significa aprobar una
conducta errónea de los mismos, sino el respetar y cuidar su buen nombre, se
trata de ser sincero con ellos, además de ayudarlos a superar las dificultades.
Lo
mismo ocurre al ser leal a la patria, esto no supone ocultar o negar los males
y deficiencias que en ella puedan existir, sino el proteger, reforzar y
participar en la vivencia de los valores de la misma.
La autoestima:
La
autoestima es uno de los valores fundamentales para el ser humano maduro,
equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo
familiar.
Se entiende por autoestima
la visión más profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo
decisivo en las elecciones y en la toma de decisiones, en consecuencia conforma
el tipo de vida, las actividades y los valores que elegimos.
Desde
niños vamos construyendo el concepto de nosotros mismos de acuerdo a los
mensajes recibidos de nuestros padres, hermanos, familiares, amigos y maestros.
Es la suma de la autoconfianza, el sentimiento de nuestra valía personal y de
nuestra capacidad. Ésta se basa en la variedad de pensamientos, sentimientos,
experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida,
pero principalmente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia.
Si
queremos construir una personalidad fuerte y equilibrada, es de vital
importancia que como padres hagamos sentir a nuestros hijos que son dignos de
ser queridos con un amor incondicional, es decir, no condicionado a su
comportamiento, calificaciones o actitudes.
Elevar
la autoestima de nuestros hijos es de vital importancia, ya que contribuimos a
que desarrolle la convicción de que es estimado y valorado, que es competente
para enfrentarse a la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la
felicidad.
Los padres son uno de los
modelos más importantes para los jóvenes que crecen. Algunos de
nosotros tal vez nunca hayamos oído a nuestros padres disculparse con nosotros
cuando estábamos creciendo. Sin embargo, los padres también son humanos. Ellos
no siempre aciertan. El decir a veces "lo siento" puede ser la frase
más fuerte, más poderosa.
Investigado por la estudiante:
Jenifer Virginia Marquez Asudillo, 11 años
5to grado, sección “A”
U.E. NUEVA ANDALUCÍA
Cumaná-Edo Sucre
Venezuela
Venezuela
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